Mamás orando

Orando por permanecer atraído a la santidad y la pureza

Gracias Dios santo. Tu santidad trae paz a la mente y al corazón. Gracias por permitirnos e invitarnos a vivir en santidad.

Esta semana nos ponemos delante tuyo en medio de un mundo corrompido y trastornado, sin valores bíblicos, inmerso en la sensualidad y la lascivia. Nuestros hijos están siendo bombardeados y acorralados por todo pecado de inmoralidad sexual, aún cuando ellos no están buscando. Rogamos a ti, Jesucristo, intervengas en favor de nuestras familias.

Puesto que no nos has llamado a vivir en impureza, sino en santidad (1 Tes. 4.7). Pedimos a ti, quien eres nuestro Dios que nos esfuerza, a anhelar ese estilo de vida santo.

Intercedemos por nuestros hijos, Señor atráelos a la vida santa. Produce en ellos rechazo hacia la pornografía, el humor negro, la fornicación, el placer sexual, las pasiones desordenadas. Despierta en nuestros hijos respeto por Ti, por su cuerpo y por el hogar de nosotros, sus padres.

Adiéstranos para resolver situaciones que se hayan escapado de nuestras manos. Dirígenos a marcar límites que los protejan. Enséñanos cómo enseñarles que el desarrollo de su sexualidad tiene un tiempo designado por ti. Quítanos la timidez para educar sexualmente a nuestros hijos.

Concede a nuestros hijos una atracción irresistible hacia la pureza y todos las bendiciones que ellos obtienen a través de una vida en santidad. Que nada sea más atractivo que agradarte a ti.

Gracias por no dejar a nuestros hijos pelear solos esta monstruosa batalla. Confiamos en tu poder, Jesucristo. Amén.

Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos. Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

Isaías 35.8-10

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