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Alimento para aves

… Una vez, un sembrador salió a sembrar. Al lanzar la semilla, una parte cayó al borde del camino, y llegaron los pájaros y se la comieron.

Mateo 13.3-4

Eva tenía el paraíso a sus pies, iba y venía libremente. ¡Qué mujer tan afortunada! Dios mismo plantó la semilla en su corazón: “De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás.” (Génesis 2.16-17). La palabra estaba clara, sin embargo, ella no la entendió.

Con astucia y palabras engañosas, la serpiente se acercó y picoteó directo a su corazón: “Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”. Ella trató de conservar la semilla aclarando lo que recordaba: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en el medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.” La serpiente replicó mientras pisoteaba cada palabra que la mujer había albergado con fe: “No moriréis”, le dijo.

Cada acto seguido fue arrebatando lo que fue sembrado en su corazón: vio el árbol, le agradó, lo codició, tomó de su fruto y comió. Como resultado, la serpiente logró quitar la palabra de Dios sembrada en su corazón. Ya no podría vivir a salvo en el paraíso que le había sido regalado.

Deuteronomio 6.6-7 enseña que los padres debemos sembrar la semilla, que es la palabra de Dios, en nuestros hijos. Nadie desea que la labor parental termine siendo semilla para aves. Para evitarlo debemos tomar conciencia que hay un enemigo que está buscando pisotear la verdad divina. Los pensamientos humanos, la ideología pecaminosa, la falsa libertad que manifiestan los medios de comunicación pueden ser aves que están hollando el mensaje bíblico.

¿Qué podemos hacer?

Deja de negar la guerra contra el mal. Toma las armas espirituales, Pablo explicó a los corintios que nuestra batalla no es contra las personas aún con sus ideologías, nuestra lucha es espiritual, y no peleamos con armas de carne y hueso, sino con el poder en Dios para la destrucción de fortalezas, podemos derribar todo argumento y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y todo pensamiento se puede someter a Cristo.” (2 Corintios 10.4-5)

Advierte a tus hijos. Habla con ellos y enseña la verdad bíblica. Mantente alerta a los temas que están escuchando en la escuela o en series de televisión o las conversaciones con los amigos. Cuando detectes algo que va contra la palabra de Dios explica con bases bíblicas la verdad. No busques tener la razón y entrar en discusión, deja que la palabra haga su trabajo: “… convierte el alma…” (Salmo 19.7)

Ora. Pide a Dios que abra los ojos de tus hijos y les de un corazón para entender (Isaías 44.18) y que retengan la semilla en sus corazones, que el enemigo no triunfe arrebatando la palabra que siembres en ellos (2 Tesalonicenses 2.15)

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