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Constancia

“Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen.”

Proverbios 6.23

Una vez que todos los miembros de familia conocen las reglas y las entienden, es hora de empezar. Cuando la familia está acostumbrada a vivir en disciplina no causará gran disgusto implementar cambios sobre las reglas y consecuencias. Cuando los padres se determinan a iniciar por primera vez una lista de reglas y consecuencias, los hijos pueden mostrar resistencia a aprender este estilo de vida.

Aunque las reglas y consecuencias no estén escritas en un cartel o establecidas en un diálogo con los hijos, no significa que la familia no tenga reglas, simplemente no tienen un sistema que funcione. En todas las familias existen comportamientos o conductas que no se permiten o los miembros de la familia tienen tareas que deben hacer. Resulta común que los padres no hayan explicadas claramente a sus hijos lo que se espera de ellos y es cuando surge la resistencia a sujetarse a reglas.

Por otro lado, existen otras familias en donde las reglas y consecuencias se han establecido pero los padres son flexibles o inconstantes. Cumplir las consecuencias depende del estado de ánimo o el tiempo que se dispone en llevarlas a cabo. Por ejemplo, “si el hijo hace un berrinche, sea llorando o pataleando o gritando, los padres deciden dejar pasar la consecuencia para otro momento”, o quizá “hay prisa por ir a algún sitio y no hay tiempo de aplicar la sanción”, etc. Quizá no se presta importancia a los privilegios establecidos o se olvidan premiar a los hijos por su obediencia o buena conducta. En los casos anteriores, las reglas y consecuencias no logran cumplir la función de disciplinar a los hijos. Si en ocasiones se recibe la sanción o el privilegio y en otras ocasiones no, los hijos difícilmente alcanzarán el objetivo de aprender.

Para lograr que las reglas y consecuencias cumplan con el objetivo es indispensable: constancia. Si usted no es constante, no espere que sus hijos lo sean. Si en una ocasión otorga los privilegios y en otra circunstancia se olvida de lo que prometió, su hijo puede sentirse desmotivado a obedecer. Si solamente es firme con las sanciones y resta importancia a los privilegios, no espere buenos resultados en la disciplina, además los sentimientos que ocasionará a sus hijos al respecto no serán alentadores.

La disciplina es una herramienta de aprendizaje para indicar a su hijo cómo conducirse, cómo tratar a los demás, qué es lo correcto y lo que no. Además, disciplinar a su hijo le brindará una formación que lo hará responsable y lo protegerá de malas decisiones. Usted debe preparar a su hijo para que cuando salga de casa sepa cómo enfrentarse a la vida.

Si alguna regla o consecuencia no funciona modifíquela para el aprendizaje de su hijo. Si decide hacer cambios, hágale saber a sus hijos. Usted es persona imperfecta y va a equivocarse, no tenga temor, busque a Dios y pida sabiduría (Santiago 1.5). Sus hijos viven en un mundo indisciplinado, que no quiere sujetarse a reglas, quiere hacer lo que bien le parece. Sus hijos necesitan aprender que hay cosas que no le convienen, aunque pueda hacerlas (1 Corintios 10.23). Lo reto a establecer reglas en casa que sirvan como guías para la vida.

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