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PALABRAS QUE DAN ÁNIMO

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Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

Josué 1.9.

¿Has conocido a personas que están convencidas que ser valientes nunca será parte de su personalidad y después de hablar con alguien cambian por completo? Acompáñanos en este episodio y conoce el poder de las palabras que dan ánimo.

Josué fue un joven valiente, guerrero con experiencia (Éxodo 17). El espíritu de Dios estaba sobre él (Números 27.18). Era el siervo más cercano a Moisés, el gran líder de Israel (Éxodo 24.13). Cuando Moisés se acercaba al fin de sus días Dios le mostró que preparara a Josué como su sucesor. Josué debía dirigir a Israel en la lucha por asentarse en el nuevo territorio, repartir la tierra prometida y encaminar al pueblo hacia la santidad en Dios. ¿Qué preparación necesitaría un guerrero para tal labor?  Cualquiera pudiera pensar que Josué requeriría largas sesiones de entrenamiento militar, sin embargo, lo único que Dios ordenó a Moisés para preparar al joven fue hablarle palabras poderosas.

Ser sucesor de un gran líder y quedarse a cargo de comunicar la voz de Dios a un pueblo rebelde podría intimidar a cualquiera, así que Moisés se dedicó a declarar las palabras que Dios tenía para Josué: “Esfuérzate, anímate, no temas, Dios va delante de ti, Él siempre estará contigo, no te dejará, no te desamparará, no te intimides, fortalécete” (Deuteronomio 1.38, 3.28, 31.3, 6-8, 23; 34.9).

Estas palabras forjaron el carácter de Josué,  lo prepararon para la tarea que Dios le designó y fueron la apertura para que Él mismo tuviera una relación cercana al Señor, sin intermediarios. Josué llegó a desarrollar una relación tan íntima con Dios, que Él mismo le habló diciendo: “Esfuérzate, anímate, no temas, estaré contigo, no te dejaré, no te desampararé, sé valiente, no desmayes, te engrandeceré” (Deuteronomio 31.23, Josué 1.5-7, 9; 3.7; 8.1; 10.8).

La Biblia no habla mucho sobre el carácter de Josué, pero Dios siempre tiene un propósito en su mensaje y las palabras que una y otra vez anunció al joven surgieron su efecto. Josué logró ganar más batallas que ningún otro líder de Israel. La palabras de poder formaron un carácter esforzado, fue valiente, no desmayó y logró vencer su temores. El pueblo de Israel se dedicó a servir a Jehová todo el tiempo que Josué estuvo al frente (Josué 24.31). Al final de sus días, Josué exhortó diciendo: “Esfuércense en cumplir la palabra de Dios.” Este hombre fue formado por medio de palabras poderosas para que fuera esforzado, terminó sus días repitiendo palabras que dan ánimo a un pueblo entero.

Hoy tus hijos están siendo forjados por las palabras que les declaras. Una persona que recibe palabras de bendición está siendo moldeada para desarrollar confianza en sí misma y en los demás, de modo que puede experimentar libertad para soñar, desarrolla motivación para emprender y fe para alcanzar metas. Por otro lado, las palabras ofensivas tienen el poder para reprimir los sueños, infundir temor y desánimo para realizar los deseos. Cuando alguien repite a una persona constantemente una palabra puede transformar la personalidad de ésta. La Biblia enseña en Proverbios 18.21 PDT: “Lo que uno habla determina la vida y la muerte…”. Es decir, las palabras tienen el poder para provocar una vida dichosa, desarrollar una personalidad sana. Quizá las palabras negativas no logran la muerte física a una persona, pero pueden destrozar la vida emocional.

Los padres necesitamos declarar palabras que dan ánimo a nuestros hijos, que les hagan ver las virtudes que notamos en ellos y no quedarnos ahí, sino decirles lo que Dios les dice en su Palabra. Es urgente que digas a tus hijos lo que Dios dice de ellos. La palabra de Dios puede investirnos de fuerza, valentía, ánimo. A pesar de nuestros temores o de las situaciones que parezcan difíciles, la palabra tiene un efecto poderoso en nosotros y puede mudar nuestro carácter cobarde en uno de valentía.

Reflexiona: ¿Qué palabras estoy diciendo a mis hijos?, ¿mis palabras dan vida o dan muerte?, ¿mis palabras impulsan sus sueños o los reprimen?, ¿mis palabras hacen ver a mis hijos las virtudes que hay en ellos o resalto sus fallas?

Actúa: Si no sabes qué palabras de bendición puedes decir a tus hijos, aparta tiempo para pensar en sus cualidades, en los deseos que has escuchado de ellos, anota en una hoja las palabras que consideras tus hijos necesitan oír de ti. Además, encuentra en la Biblia versículos que hablan acerca de lo maravilloso que Dios ha creado a sus hijos, comparte con ellos estos versos, escríbelos en papel y pégalos en un sitio donde todos los vean. Evita decir palabras que hieren o lastiman.

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