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La raíz de un corazón violento

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Por Psic. Hidaelia Sánchez

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.  

Proverbios 4.23 RV60

Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.  No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,  y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.

Colosenses 3.8-10

El nivel de violencia en las familias mexicanas es muy alto; encuestas sobre la dinámica en las relaciones en los hogares muestran que casi la mitad de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido incidentes de violencia, principalmente a manos de su pareja. Dos de cada diez mujeres dijeron haber sufrido algún tipo de violencia física que les provocaron daños permanentes o temporales.

A pesar de los altos índices de violencia en los hogares, las mujeres no denuncian estos actos. Los motivos principales son: por miedo, por sus hijos, por vergüenza, porque creyeron que se trató de algo sin importancia, por desconfianza en las autoridades, porque no sabían que podía denunciar la agresión o porque su pareja las amenaza. Tal vez esto explique los resultados de otras investigaciones que señalan que es la madre quien ejerce más violencia en los hijos. 

Ante este panorama podemos hacernos preguntas tales como ¿de dónde viene la violencia? ¿cómo se desarrolla una persona violenta? ¿será que nace siendo violenta?

En primer lugar, hay que distinguir la violencia de la agresividad, pues se les puede llegar a confundir. La agresividad es una fuerza o impulso innato en el ser humano, pues es parte de su dotación de recursos para sobrevivir y le ayudará a establecer un orden jerárquico en la estructura social, a luchar para definir su territorio, y le permitirá enseñar a otros miembros del mismo grupo o familia a defenderse de posibles ataques. Todo esto para mantener en equilibrio algunos elementos de supervivencia. Cuando este equilibrio se rompe la agresividad se sale de su curso natural y pasa a convertirse en violencia destructiva.

La violencia es un fenómeno específicamente humano que se aprende, e implica al menos tres elementos: un comportamiento que tiene intencionalidad de daño; el otro es considerado por el que ejerce la violencia como un inferior en dignidad y derechos; y los que impulsan la violencia tienen siempre un soporte teórico que la legitima.

¿Cómo se desarrolla un corazón violento? Para que un niño viva y crezca sano, hace falta que sus padres, o al menos uno de ellos lo valore, lo espere con amor y continúe atendiendo sus necesidades afectivas a lo largo de su desarrollo. Si esto no sucede, estamos frente a una de las formas más solapadas de la violencia: la deprivación afectiva, porque el desamor en ciertas familias es un sistema de destrucción que azota al niño.

Las consecuencias de cualquier forma de violencia en la vida de los pequeños de la familia incluirán daños físicos, emocionales y psíquicos, como por ejemplo aprender que los problemas se resuelven por medio de la violencia, falta de confianza en los demás, dificultad para concentrarse en la escuela, problemas de autoestima y de salud en la vida adulta, dificultad para establecer relaciones afectivas y otras más.

En general, los comportamientos agresivos son resultado de la combinación de factores individuales, familiares, de la comunidad y de la sociedad.

Si tenemos una sociedad que considera normal o justificada la violencia, con medios de comunicación que la exaltan, aunado a comunidades donde existe tráfico de drogas aún en las escuelas, fácil acceso a armas  y altos índices de inseguridad, la manera de contrarrestar la formación de personas violentas será principalmente desde la familia; con tipos de crianza donde los padres tengan autoridad y capacidad de establecer límites firmes y reglas claras, pero que también sean capaces de brindar cuidado amoroso a sus hijos. Que tengan una convivencia respetuosa entre todos los integrantes y que sus características individuales, ya sean heredadas o aprendidas, sean moldeadas por la presencia de Dios en sus vidas.

No hay que perder de vista algunos factores que perpetúan la violencia al interior de las familias, como son:

– Justificar o minimizar las conductas violentas como simples peleas, pérdida de control, defensa propia o locuras temporales.

– Considerar que la mujer necesita de vez en cuando que se la castigue porque le hace bien.

– Excusarse atribuyendo estas conductas a experiencias que el agresor vivió en la niñez.

– Atribuirlo a problemas mentales del maltratador. Recordemos que las conductas violentas son aprendidas.

– Negar u ocultar los problemas, de modo que los familiares y amigos no lo conozcan, porque sólo aparecen en la intimidad del círculo familiar.

Por último, comentar que ante el excesivo contenido de violencia en programas de televisión y películas, es importante enseñar a los pequeños que el programa es irreal, es fantasía; esto reduce el impacto sobre los niños. Esto no es tan sencillo en el uso de videojuegos ya que los efectos de éstos sobre la conducta violenta y de agresión son mayores que los que ejercen la televisión y las películas. Esta afirmación se sustenta en el hecho de que en los videojuegos se reproducen diversas condiciones que facilitan el aprendizaje, entre las que destacan las siguientes: requieren mucha implicación e interacción; refuerzan la conducta violenta; los niños y jóvenes practican una y otra vez este tipo de conductas violentas en el transcurso del juego; son muy llamativos y requieren que el jugador se identifique con el agresor.

Reto a los padres: Infórmate sobre los contenidos que están consumiendo tus hijos en la televisión, internet y videojuegos. Ve la televisión y juega a videojuegos con tu hijo, para estar seguro de que los contenidos son adecuados para él.

2 comentarios en “La raíz de un corazón violento”

  1. Amen. Gloria a dios y que el señor. A través de estás. Enseñanzas. Conozcan. A Jesús. Para que el señor. Les de amor gozo paz sabiduría. Y educar a sus hijos. En el camino correcto dios bendiga. Al equipo de corazón de mamá. Y siga usando sus vidas. Guiadas por el espíritu santo

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