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Una vida sana

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Por Enoc Bogarín Martínez

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

2 Timoteo 1.7

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5.23

En el verso anterior, Pablo nos indica la importancia de guardarnos irreprensibles, y para lograrlo, Dios nos ha capacitado de un espíritu de dominio propio, o en otras palabras, nos ha dotado de un espíritu de autodisciplina (2 Timoteo 1.7 NTV). Regularmente, cuando hablamos de guardarnos irreprensibles nos enfocamos en auto disciplina espiritual y del alma: oramos, ayunamos, asistimos puntual y regularmente a la iglesia, pero ponemos poca atención en la salud del cuerpo, la cual, como dice el apóstol, es también parte de nuestro ser.

Cuando se refiere a la búsqueda de la santidad del cuerpo es posible que solo nos limitemos a evitar el consumo de sustancias nocivas que perjudican la salud o los hábitos y costumbres que reconocemos como pecado, como menciona Pablo en Gálatas 5.19-21, definido como “las obras de la carne”. Pero hoy quiero que consideres otros aspectos que también ponen en riesgo la santidad del cuerpo, como no comer saludable, vivir una vida sedentaria, no descansar lo suficiente, excederse en el consumo de azúcar y/o picante, etc. En este caso, ¿cómo podría definirse un cuerpo irreprensible? Parte de la respuesta está en aquél que está sano y fuerte, el que Dios no reprochará por haberlo descuidado.

Quizá el problema ha surgido cuando observamos o interpretamos que alguien solo ejercita su cuerpo por motivos estéticos y no alimenta su espíritu y alma del Espíritu Santo; como resultado se podría desbordar un concepto más alto de sí mismo satisfaciendo solamente la vanidad. Obviamente esto no debe ser así, o sea, no debemos confundir que cuidar la alimentación y ejercitarse para buscar un cuerpo saludable es solo vanidad y lo tomes como pretexto para continuar con hábitos que enferman el cuerpo. Al cuidar la salud obtienes un cuerpo sano, como consecuencia desarrollas un cuerpo fuerte y como último resultado logras una figura que en nuestra cultura es considerada bella. Además, esto puede alimentar una sana autoestima. Cabe notar que si descuidas el autoestima puedes estar enfermando tu alma y tu espíritu, ya que somos un ser integral (espíritu, alma y cuerpo) y no podrías presentar un cuerpo irreprensible delante del Señor.

Buscar la belleza física es diferente a buscar la salud física. No hay atajos para lograr un cuerpo sano y fuerte, no se trata de buscar métodos que hacen bajar de peso, reducir tallas y eliminar exceso de masa corporal. Tampoco se trata de tomar medicamentos para permitirte seguir consumiendo lo que de antemano sabes que te hace daño; lejos de lograr salud puedes terminar dañando más tu organismo. Lograr y mantener un cuerpo irreprensible, es decir, un cuerpo sano y fuerte, cuesta autodisciplina, tiempo y constancia.

Por otro lado, comer saludable puede aparentar ser más caro, pero enfermarse siempre resultara más costoso. Por ejemplo: Una bebida gaseosa que cuesta entre $15 o $20 puede producir piedras en el riñón, aumentar el azúcar en el organismo, crear adicción, sobrepeso, obesidad, etc. Por otro lado, hacer un vaso grande de limonada puede costar de $3 a $5 y proporciona vitamina C, aumenta tu PH y si añades una pizca de sal, hidrata tu organismo. Haz tus propias comparaciones con snacks saludables hechos en casa contra snacks procesados o industriales; compara el gasto de la comida hecha en casa contra la comida rápida y evalúa la diferencia.

¿Por donde comenzar para tener un cuerpo sano y fuerte?

  1. Reconoce la necesidad de desarrollar un cuerpo irreprensible para la venida de Cristo.
  2. Comparte con tu familia el riesgo que estamos corriendo de no guardar un cuerpo sano y fuerte.
  3. Haz un plan para lograr un cuerpo sano que comprenda cuidar la alimentación, descansar, hidratarse.
  4. Elaboren una rutina para desarrollar un cuerpo fuerte, busquen una vida en movimiento, aprovechen cada oportunidad para moverse (ir a la tienda, ir a las tortillas, pasear al perro, caminar a los lugares con distancia corta o mediana, etc.).
  5. Si es necesario pide ayuda de un profesional, en especial cuando la salud de tu familia ya está frágil, sea nutriólogo, entrenador físico. Hay programas de salud disponibles para la familia en internet, sitios de servicio público, etc.
  6. Pon tu salud física en manos de Dios, ora para que te guíe cómo guardar un cuerpo irreprensible para su venida, desarrollar dominio propio y autodisciplina.

Un cuerpo enfermo no te permite cumplir con el propósito de Dios. ¿Cómo puedes desarrollar tu ministerio con un cuerpo enfermo? Necesitas salud para ir, para manejar, para caminar, para hablar, para cumplir la Gran Comisión (Mateo 28.19). Necesitas salud para guiar a tus hijos en el camino de Dios, para repetir y hablar la Palabra del Señor en el camino, al acostarte, al levantarte (Deuteroniomo 6.6-7).

Es buen momento para buscar un ser irreprensible para la venida de Cristo, que incluya espíritu, alma y cuerpo. Es tiempo de hacernos responsables del cuidado de nuestra salud y ser ejemplo a nuestros hijos. Tú puedes construir una vida sana.

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