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Lleno de enseñanza

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Por Alfredo Flores

Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.

Deuteronomio 6:6-7 LBLA

Dios mismo, por medio de su misma Palabra nos manda e invita a tener el cuidado de la enseñanza de nuestros hijos. Nosotros como padres somos los primeros responsables y encargados de darles las enseñanzas necesarias a cada uno de ellos.

La historia del pueblo escogido de Dios es realmente fascinante de inicio a fin. Ubiquémonos en aquel momento histórico, la transición de un liderazgo y la promesa de un Dios hecha a sus ancestros cientos de años atrás. Una nueva generación está apunto de entrar a una tierra que “fluye leche y miel”, pero que tendrá que ser conquistada por el pueblo para poseerla. Esta nueva generación no estuvo en el monte Sinaí cuando el mismo Moisés bajó con la Ley de Dios para ellos, así que era el mejor momento para recordarles cuáles eran las leyes y enseñanzas que necesitarían para tener éxito en lo que se les avecinaba.

Como padres y guías de nuestros hijos debemos aprovechar esos momentos “claves” para darles una enseñanza que puedan recordar nuestros hijos, debemos tener sabiduría necesaria para identificar esos momentos y dejar una semilla sembrada en su mente y corazón; como Moisés quien sembró Fe y Esperanza pero sin dejar a un lado los beneficios o consecuencias que traerían a su vida la obediencia o la desobediencia de éstas, si atendían al consejo o lo desechaban.

En esta historia podemos ver una dinámica en el pueblo desde que salen de Egipto, cruzan el mar Rojo, vagan por el desierto y llegan finalmente a la tierra de Moab. Todo está dispuesto para conquistar la tierra prometida, pero es aquí donde encontramos un paréntesis, una pausa dentro de esta dinámica y es que Moisés (en realidad, Dios) ve la necesidad de recordar y remarcar su ley y su enseñanza antes de que se olvidaran de ella. En la mayoría de los primeros capítulos de Deuteronomio empieza con exhortaciones, advertencias y recordatorios; de hecho la porción de Deuteronomio 6:4-9 es conocida como “Shêma” (escucha), que ha sido durante mucho tiempo el primer fragmento bíblico que los niños judíos han usado para aprender a leer.

Es necesario entonces que nosotros como padres siempre estemos recordando y remarcando las enseñanzas que serán de gran beneficio en la vida de los hijos, aunque ellos quizá no lo alcancen a comprender completamente, pero esa es y será siempre nuestra tarea, enseñar diligentemente, pues sabemos que traerá bendición a sus vidas y gozo a nuestro corazón.

Tenemos una promesa que hace que puede motivarnos para que nos esforcemos en esa tarea: “Dirije a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán” Proverbios 22:6 NTV. Hoy más que nunca ocupamos dirigir a nuestros hijos por el camino correcto, enseñarles y mostrarles cuáles son realmente las virtudes que deben poseer. La palabra de Dios dice que nuestros hijos son como flechas en manos de valientes. Cuando alguien toma arco y flecha debe darle la dirección y el impulso necesario para llegar al blanco, entonces es bueno preguntarnos: “¿hacia donde estamos dirigiendo a nuestros hijos?”. Todos ellos hoy más que nunca ocupan la dirección y el impulso que les ayude a ir formando su carácter, porque tarde que temprano cada uno de ellos tendrá que tomar decisiones de mayor o menor importancia, y éstas se basarán en muchas de las enseñanzas que hallamos podido sembrar en sus corazones.

Entonces, lo primero que nos dice el texto es, que la palabra de Dios debe estar primeramente en nuestro corazón. Así que, como padres tenemos la obligación de sumergirnos en la Palabra de Dios para que ésta pueda rebozar por nuestra boca, como dice la Palabra “de la abundancia del corazón habla la boca”. ¿Qué tan constantemente hablamos de ella? Nuestros hijos aprenden de lo que les decimos, pero también de lo que escuchan cuando no les estamos hablando, por ejemplo: cómo le hablamos a nuestra pareja o cómo la tratamos, o a nuestros familiares o simplemente como nos referimos a otras personas. Cuando parece que no no están escuchando, créanme, lo están haciendo. Así que, debemos procurar hablar conforme a lo que nos decimos llamar, hijos de Dios , nacidos de nuevo.

Algo muy importante que también nos menciona la Biblia para la enseñanza de nuestros hijos, es lo que se refiere a la lectura, a lo que ellos pueden ver y leer. Parafraseando la Palabra te aconsejo: ponles la escritura frente a sus ojos , ponla en la casa , que la puedan estar viendo constantemente; esto también les va ha enseñar, por eso es muy importante, hoy en día, conocer qué es lo que están viendo y leyendo nuestro niños, adolecentes y jóvenes, pues es muy conocido que esto dejará un gran impacto en la mente de ellos.

Esta época en la que nos está tocando vivir, existe una sobre información de todo lo que nos podamos imaginar; por tal motivo es necesario que tengamos mucho cuidado y la Biblia nos lo dice muy claro: “Y no meterás abominación en tu casa…” Deuteronomio 7:26. Tengamos mucho cuidado con lo que estamos permitiendo “consumir” a nuestros hijos.

Definitivamente la responsabilidad que tenemos como padres de enseñar, corregir  e instruir a nuestros hijos es una tarea que implica dedicación y esfuerzo, pero sobre todo la guianza de el Espíritu Santo para ayudarnos a enseñarles que todas sus decisiones deben tomarlas con los criterios de la bendita Palabra de Dios.

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