Por: Nora Granillo
Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
1 Timoteo 4:8
Santificado sea tu Nombre, te honramos y glorificamos por siempre. Gracias por escuchar, por estar pendiente y suplir nuestras necesidades. Te amamos y agradecemos infinitamente.
Señor cada día somos más conscientes de nuestra necesidad de depender de ti para poder tener un cuerpo sano. Reconocemos que muchas de las enfermedades que padecemos es por nuestra falta de control al alimentarnos y a la poca o nula actividad física que realizamos. Tu Palabra dice que “el ejercicio corporal para poco es provechoso”. Pero eso “poco” debemos capitalizarlo a nuestro favor. Necesitamos tu ayuda para movilizarnos, Señor; quizá es algo en lo que no hemos ejercido disciplina; regularmente no nos gustan las rutinas o más bien, no tenemos el hábito de hacerlo. Es más cómodo quedarnos en la cama, pero esto “no es sabio”, ni en “nuestra opinión,” ni en la de nadie. Sabemos que debemos “apartarnos del mal” pero no lo hacemos. Perdónanos por esto Padre. Si no somos capaces de activarnos desde temprano, tampoco tendremos la energía necesaria para nuestros compromisos y la realización de tu obra.
Ayúdanos a recordar y reconocer que entre menos movimiento tenga nuestro cuerpo, más enfermedades vendrán a nosotros. Y la responsabilidad es solo nuestra. “Porque al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”. Tu tienes propósitos maravillosos para nuestras vidas, queremos no ser el obstáculo para que estos se cumplan. En ocasiones, hemos escuchado que hacer ejercicio o cuidarse físicamente, es vanidad, ¡nada más alejado de la realidad! “Todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sean guardados irreprensibles”. No hacer ejercicio Señor, deberíamos verlo como un pecado “capital”.
Ayúdanos, solos no podemos; te lo pedimos humildemente en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Corazón de Mamá 