SERIES

Recibiendo un hijo especial

Haz clic para escuchar

Por Azhalía López

Dios mío, tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo. Soy una creación maravillosa, y por eso te doy gracias. Todo lo qu´ haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro! Salmos 139:14 TLA

Salmo 139.14 TLA

La vida de un hijo es de lo más maravilloso que puedes experimentar, ya sea que ya haya nacido, esté por nacer o recibiste un niño en adopción. Cuando llegamos a tomar el rol de padres surge la necesidad de ofrecerle a tu hijo la mejor versión de ti mismo y, si de ti dependiera, la mejor versión del mundo que lo rodea. De pronto, Dios te sorprende y te entrega un hijo especial, es decir un hijo con discapacidad.

El escenario es diferente: ya sea que acabas de salir del doctor, si tu hijo viene en camino o del psicólogo o algún otro especialista, si tu hijo es un niño o un adolescente. Pero en el momento en el que dan el diagnóstico a tu hijo o hija, no sabes ni que hacer, estás perdido; las dudas llegan a tu pensamiento, y comienzas a sentirte como el peor papá o la peor mamá del mundo. Se experimenta la culpa, el duelo, la falta de aceptación. Ese diagnóstico puede hacerte sentir que le vida y el futuro de tu hijo han sido robados y que  eres el responsable. ¡No es así! 

Respira, sacúdete el miedo, tu hijo tiene un futuro y tu necesitas verlo. Tu hijo sigue siendo un ser humano con muchísimos recursos, igual que todo el mundo, y con muchas áreas de oportunidad que lo va a impulsar a salir adelante. No es que tiene algo negativo en su vida, es que tiene diferentes capacidades para hacer todas o algunas actividades de su vida, presenta una limitación, pérdida o disminución de sus facultades físicas, intelectuales o sensoriales, ya sea temporal o permanentemente y lo que necesita es que tu y las personas que lo rodean provean motivación a su vida. 

El diagnóstico genera temor y el temor llega a ser paralizante. Si tu tomas el diagnóstico de manera negativa, enfocándote en lo que no puede, no tiene, o no es tu hijo, vas a provocar un estado de insuficiencia en el. 

1. Cambia la manera de ver el diagnóstico. Infórmate y actúa. Conviértete en una mamá y un papá super poderoso. Busca ver el diagnóstico como una potencia y resalta todo lo que si puede, lo que si tiene y lo que si es tu hijo. Vas a empezar a ver el diagnóstico como un gran regalo en la vida de tu hijo. En la actualidad tenemos muchos recursos accesibles, como grupos de apoyo, terapias, centros de atención, escuelas integradoras, asociaciones, etc., que pueden ofrecer una atención integral a tu hijo. Busca opciones, dense la oportunidad de experimentar y encontrar la mejor atención para tu hijo(a). 

2. Trabaja en equipo. Es importante que tu pareja y los miembros de la familia trabajen en equipo en favor de tu hijo especial. Esto no quiere decir que vas a priorizar la atención hacia tu hijo y descuidar la atención que merecen los demás. Es frecuente que los hermanos se sientan desplazados o con un sentimiento de rechazo, pero en ti está la primera muestra de igualdad e integración que quieres encontrar en los ambientes que los rodeen. Los conflictos que puedan surgir en casa no son consecuencia directa de la discapacidad, más bien son consecuencia de la incapacidad de la familia de adaptarse o no a esta situación. Es decir, si todos se involucran como un equipo van a poder tener grandes logros en la vida de todos los integrantes de la  familia, cada quien con sus necesidades o intereses. Por eso es importante conocer bien las capacidades y limitaciones en cada diagnóstico y siempre retarse a más. Recuerda, “Las palomitas de maíz se preparan en la misma olla, en la misma temperatura y en el mismo aceite… y sin embargo los granos no revientan al mismo tiempo”. ¡No compares tu hijo con los demás! Pero si motívalo a realizar actividades que le ocasionen un reto para derribar sus limitantes. Se acerca su turno de hacer ¡POP! 

3. Busca una red de apoyo. Es primordial contar con una red de apoyo fuera de la familia directa. Es decir amigos, iglesia, escuela, comunidad. Toma todo lo que sume, lo que resta déjalo ir, quédate con lo que apoye. Pero sobre todo, busca quien te apoye a ti. No solo para las emergencias, sino para la salud de mente y corazón. Se podría llegar a una co-dependencia donde tu forma de pensar, sentir y actuar se enfoque en la idea de que el dependiente logre su independencia que te olvidas de cuidar tus propias necesidades. Dar todo todo por tu hijo y no tomarse ni 5 minutos para ti, lleva al desgaste físico y emocional. Necesitamos un grupo de oración, aunque sea de 2, pero gente que te aliente y te anime a seguir adelante. Y sobre todo dejar nuestras angustias en Dios, platicarle lo que nos pasa lo que sentimos, lo que no podemos hacer, etc. Salmos 55:22 TLA dice “… Mi amigo, te aconsejo que pongas en manos de Dios todo lo que te preocupa; ¡él te dará su apoyo! ¡Dios nunca deja fracasar a los que lo obedecen! ¡Por eso confío en él!”. Sin Él nuestra red de apoyo carece de aliento y esperanza. 

Papá, mamá, si Dios te prestó un hijo especial es porque te conoce perfectamente y sabe tus capacidades y sabe que lo harás bien, conoce tus fuerzas y eres justo lo que tu hijo o tu hija necesita para vivir una vida plena, quiero que sepas que aunque no te conozca tienes toda mi admiración y eres un ejemplo de maternidad y paternidad para mi y para las personas que te rodean. 

La palabra de Dios dice en Salmos 127:3-5 “Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen cuando aun somos jóvenes, hacen que nos sintamos seguros, como guerreros bien armados. Quien tiene muchos hijos, bien puede decir que Dios lo ha bendecido…

Deja un comentario