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Integración al mundo

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Por Mayra Rangel

Para los papás todos los hijos son únicos, maravillosas, irrepetibles; pero hay papás que tenemos la bendición de tener hijos especiales.

Las personas especiales, hoy comúnmente llamadas así, también se les conoce como personas con discapacidad o capacidades diferentes, con síndrome de Down, Asperger, sordos, ciegos, autistas, etc. también los conocemos por déficit de atención y D. A. con hiperactividad.

La llegada de un niño especial a la familia no es algo fácil de asimilar, pues esto es algo que cae de golpe. todas las mamás, cuando estamos embarazadas, pensamos en qué será el bebé que vamos a dar luz, solo pensamos ¿será niño?,  ¿será niña?. Después, cuando ya sabemos el género, nos ilusionamos en cuál nombre le pondremos, y por supuesto que desde que conocemos la noticia del embarazo, le rogamos a Dios que nazca a su debido tiempo, que sea un bebé sano. Con sano, pues pensamos en que no padezca alguna enfermedad. No nos pasa por la mente que tal vez pueda nacer con alguna malformación o discapacidad. cuando nos damos cuenta que esto ocurre, es muy difícil aceptarlo.

En nuestro caso, nuestro hijo nación “normal”, podríamos decir; no nos dábamos cuenta que su desarrollo motriz estaba atrasado, fue hasta los 11 meses de edad cuando ya no se me hizo normal que no gateara, que no luchara por querer caminar. Como siempre, uno puede pensar que el niño es flojito, pero no estaba a gusto, así que lo llevé a consulta con una pediatra neonatóloga. Ahí comenzó nuestra realidad.

José Elí comenzó con estudios genéticos, resonancias magnéticas, estudios de laboratorio, terapias aquí, terapias allá; consultas con neurólogos, foliaras, psicólogos; todo, todo lo que nos decían que le hiciéramos. Gracias a Dios que puso los medios y lo pudimos hacer pero, no teníamos el nombre de lo que él tenía. No nos daban un diagnóstico específico, o una pastilla ni tratamiento que le diéramos a nuestro hijo para que se aliviara

Fue hasta que José Elí cumplió 8 años cuando una neuróloga pediatra le puso nombre a su discapacidad: Retraso migratorio neuronal. Ella fue muy clara, “esto no tiene cura, no es reversible, es una condición que su hijo va a tener por siempre, él necesita ayuda y terapias para que sea una persona lo más independiente posible”. Créanme que es lo más difícil que como padres hemos pasado. Saber que tu hijo no tendrá independencia al 100%, que necesitaba de ti o de alguien más por siempre, es muy duro de aceptar pero es el primer paso que debemos dar para el bien de nuestros hijos. Dar el paso de aceptar que ellos tienen una discapacidad, que son personas especiales. Yo lo he dicho muchas veces, mi hijo con condición que padece es perfecto porque es creación de Dios, Él lo creó así con un propósito y ha sido algo hermoso en nuestra familia. Gracias a Dios que siempre nos ha ayudado en poner medios y personas indicadas para que José Elí sea siempre atendido de la mejor manera. 

Mi hijo, gracias a Dios, es una persona muy bien integrada en todas las escuelas que ha estado; siempre es muy querido por sus compañeros y maestros, es obediente y tranquilo. No ha sido tarea sencilla. Al principio, nos costó mucho que se quedara en la escuela, hacía berrinche, lloraba, pataleaba, pero a base de constancia y disciplina, lo logró. Estos son otros puntos muy importantes: Constancia y disciplina. Con las personas especiales debemos aplicarlo más y no dejarlo nunca.

En la iglesia, de igual manera, desde pequeño le enseñamos que en el culto (servicio de adoración) no se platica, no se juega y no se sale uno, hasta que termine el servicio. Gracias a Dios él ha obedecido y puede estar en su asiento ordenadamente, ¡aún solo!; ya que los demás miembros de la familia estamos sirviendo en algunos momentos. Es hermoso y satisfactorio cuando vemos que todo esto se ha podido lograr.

En casa, a José Elí se le trata igual que a sus hermanos, aunque ellos digan que no. Se le pide que realice tareas de acuerdo a sus capacidades y las debe cumplir para que pueda tener recompensas. Siempre hicimos incapié en que toda la familia lo tratara igual que a los demás, que le dieran responsabilidades si estaban a cargo de ellos. Éste es otro punto importante, trátalos igual que a las demás personas, no los hagas menos, ellos son muy sensibles y ya no querrán tener trato contigo; lo los consientas de más porque son muy inteligentes y no te los vas a bajar del lomo.

En resumen, somos una familia bendecida porque Dios nos escogió como familia de José Elí.

Si tu tienes un hijo especial, eres bendecido. No lo dudes. Tu también eres muy especial para Dios, pues ha puesto en tus manos a uno de estos ángeles que mandó a la Tierra.

No te olvides de 3 cosas:

  1. Acéptalo para que lo puedas ayudar.
  2. Se constante y disciplinado.
  3. Trátalo igual que a cualquier otra persona.

Ellos vivirán felices y se podrán integrar más fácilmente a este mundo. Si en tu familia hay alguna persona especial o en tu iglesia o colonia, aplica también estos puntos anteriores. Sé sincero con ellos. Ellos son las personas más puras y más transparente que hay en el mundo. Son personas especiales queriendo ser aceptadas en nuestro mundo.

Salmos 127.3: Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa.

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