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¿Qué dicen mis palabras?

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Por Lily Burgos

Hay una expresión que muchas veces la hemos escuchado y quizá en alguna ocasión hasta la hemos dicho: “las palabras se las lleva el viento” ¿Será verdad que las palabras se las lleva el viento? Veamos lo que Dios nos dice sobre ello.

Existe una historia de dos hermanas que fueron visitadas por Jesús, María y Marta, la Biblia no habla mucho sobre ellas, pero a simple vista vemos que eran diferentes, la vida de Marta estaba llena de afanes y trabajo, mientras la de María era más tranquila, tenía  tiempo y disposición para aprender nuevas cosas, durante esta visita Marta le hace una pregunta a Jesús: “¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

¿Qué podemos percibir cuando Marta abre su boca y lanza esta pregunta? Pareciera una simple expresión, pero no fue así, su pregunta va acompañada de lo que ella estaba sintiendo en ese momento; ella se sentía abrumada e inquieta y preocupada por muchas cosas y se puede percibir que había incomodidad, desacuerdo y enojo; quizá no solo era por lo que estaba haciendo María, posiblemente ya traía otras cosas en su vida. Entonces, Jesús le habla con paciencia y con amor y le da una reflexión sobre lo que está aconteciendo, en pocas palabras la invita a actuar de mejor manera, como lo estaba haciendo su hermana. Mientras Marta se dedicó a hablar palabras de incomodidad, desacuerdo y enojo, su hermana María decidió escuchar palabras de bendición a través de Jesús.

Toda palabra va unida a una intención que es movida por una emoción. Entonces, ¿qué dicen nuestras palabras? Las palabras dicen mucho de nosotros, son un reflejo de nuestro interior.

Es por eso que: 

– LAS PALABRAS HABLAN DE LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN (Lucas 6:45 RV1960)

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Las palabras van y vienen de manera constante, las escuchamos y las expresamos en casa con nuestra familia, al salir a la calle, al estar en un espacio público; siempre hay alguien que está hablando, y eso es así porque fuimos diseñados para comunicarnos y expresarnos. Es importante saber que no solo es hablar, hay que tener cuidado de lo que hablamos, de cómo nos expresamos y qué intención tienen nuestras palabras, debido a que ellas tiene un efecto muy importante en la vida de quienes las escuchas y las recibe. Además, nos deja al descubierto de cómo está nuestro interior, es decir, como está nuestro corazón. Es a través de nuestras palabras que reflejamos felicidad, enojo, molestia, tristeza, miedo, rencor, odio, enfado, insatisfacción, etc.,  es por eso que hoy pregunto ¿Qué hay en tu corazón? Hay un consejo bíblico que nos dice: “Sobre todas las cosas cuida  tu corazón, porque el determina el rumbo de tu  vida” (Proverbios 4:23 NTV).

  No es casualidad que nuestro órgano: “el corazón”, tenga la función principal de mantenernos con vida; si se enferma físicamente y deja de funcionar, simplemente morimos; de igual manera pasa si se enferma espiritualmente afectando nuestras emociones, por ello Dios nos recomienda cuidarlo como el tesoro más valioso,porque de el depende nuestra estabilidad y también la de los demás. Por medio de el bendecimos o maldecimos a los que nos rodean, es por eso que hay que mantenerlo limpio, sano y fuerte; hay que desechar toda impureza de corazón; hay que deshacernos de  todo aquello que nos daña y que pone en riesgo de dañar a los demás. Recordemos que en nuestro corazón hay un tesoro, este puede ser bueno o puede ser malo, y este sale a la luz a través de nuestras palabras.

– NUESTRAS PALABRAS SERÁN JUZGADAS 

Es de gran importancia nuestra forma de hablar y lo que transmitimos a los demás, es por eso que reflexionemos ¿Qué dicen nuestras palabras, qué tipo de tesoro repartimos a nuestros hijos, esposo(a), amigos, familiares, conocidos o  cualquier persona cada vez que declaramos una palabra?  Solo puede ser de dos formas, bueno o malo.

Yo les invito a que hablemos palabras que edifiquen, que motiven, que den fuerzas, que levanten e impulse a ser mejores. Tengamos cuidado de qué y cómo hablamos, nuestras palabras no se las lleva el viento,  tienen un gran peso en las vidas de los demás, a través de ellas edificamos o destruimos  y un día daremos cuentas de ellas.

Mateo 12:36-37 TLA: “Les aseguro que en el día del juicio final todos tendrán que explicar por qué hablaron para hacerles daño a los demás. Dios juzgará a cada uno de acuerdo con sus palabras: si dijeron cosas buenas se salvarán, pero si dijeron cosas malas serán castigados.”

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