SERIES

Ciudadanos del cielo

Haz clic para escuchar

Por Aislinn González

Cuando pensamos en la frase ciudadanos del cielo tal vez podemos pensar en ángeles o personajes celestiales que caminan por aquellas anheladas calles de oro y el hermoso mar de cristal. 

¿Pero no nos ha hecho Dios un poco menor que los ángeles? ¿Qué nos impide creer que nosotros no somos ciudadanos del cielo?

En el momento en que aceptamos a Jesús en nuestro corazón como nuestro Salvador hemos recibido el nombre de “hijos de Dios” y por lo tanto nos convertimos en ciudadanos del cielo.

No debemos esperar a estar en la eternidad para comportarnos como se nos ha llamado a ser. En Filipenses 3:12-15 Pablo nos menciona que esto no se trata de alcanzar la meta en un solo paso o ser un cristiano perfecto, sino se trata de cada día avanzar a los propósitos de Dios que nos encaminan a cumplir el llamado que nos ha hecho como sus hijos, hasta alcanzar la vida eterna. 

Vivir una vida de ejemplo en estos tiempos es algo complejo, estamos rodeados de una sociedad que se enfoca en alejarnos de Dios con sus costumbres e ideologías que se han ido adoptando cada vez más fuertes. Los valores con los que crecimos, fueras o no fueras de alguna religión, se han escaseado; pero lo verdaderamente preocupante es darnos cuenta que muchos de nosotros como cristianos también hemos disminuido nuestra fe y firmeza en Dios. 

Se nos ha hecho tan fácil moldearnos a la ciudadanía de este mundo, decimos estar en contra de su corriente con nuestros labios, pero al momento que sopla un pequeño viento que esté en contra de mis intereses nos es muy fácil darle la espalda a Dios. No tenemos que estar fuera de la iglesia para cometer aquellas acciones que lastiman, que hieren, que causan envidia, orgullo, ego, protagonismo, etc. y que al final de cuentas, también son llamados pecado.

La vida terrenal que Dios nos ha permitido vivir es un ensayo para alcanzar la vida eterna que tanto anhelamos. ¿Qué estamos haciendo nosotros como hijos de Dios para que nosotros junto con esta generación no solo sea llamada ciudadanía del cielo solo por decirlo, sino verdaderamente un hacedor de su palabra? 

En Filipenses 3:17-19 Pablo nos confronta a conducirnos verdaderamente como cristianos. Si la sociedad cada día se arraiga más fuerte a sus creencias, nosotros debemos impartir y vivir su palabra con más fuerza.

Es momento de depender del Espíritu Santo, si habita en nuestro corazón debemos adoptar hábitos que cada día nos hagan realmente vivir conforme a su propósito.

Leer la Biblia, orar y ayunar son hábitos esenciales que nos ayudan a fortalecer nuestra relación con Dios; pero antes que todo, es muy importante hacerlo con el corazón, hacer que crezca en nosotros esa intimidad con Dios tanto, que todo lo que hagamos en nuestra vida terrenal sea fruto de nuestro Espíritu; así haremos que nuestra fe trascienda en nuestro hogar e iglesia, para que podamos transmitirlo a esta generación. 

Cuando nosotros dejemos que Dios sea el que actúe en nuestra vida, primeramente, podremos transmitir aquello que Él nos ha dado y así podamos implementar estrategias que nos motiven a crecer en Dios como familia, por ejemplo:

  1. Practicar el altar familiar.
  2. Hacer estudios juntos.
  3. Actividades creativas que nos ayuden a aprender más de su palabra.

Pero lo más importante, cuando estemos verdaderamente llenos del Espíritu de Dios, fortalecer una relación de confianza para ser aquel corazón que Dios usa en la Tierra, para manifestar su amor y refugio cuando el otro lo necesite. Así podremos crecer confiadamente, aunque cada día es una lucha constante en nuestra mente, debido a tantos sucesos que se oponen a los propósitos de Dios, nosotros podremos vivir confiados en lo que dice Filipenses 3:20-21; nuestra ciudadanía está en los cielos, donde esperamos a nuestro Salvador, Señor Jesucristo, y que cada día caminamos con la confianza en que Él camina a nuestro lado aún viviendo en este mundo. Tampoco se trata de ignorar nuestra existencia aquí, Dios nos ha puesto en la Tierra con un propósito muy grande, y desarrollando nuestra fe, vamos a poder hacer que nuestra estadía como ciudadanos globales sea de bendición para aquellos que nos rodean, usando nuestras herramientas y ministerios que Dios nos ha proporcionado para poder servir, así podremos ser instrumentos perfectos en las manos de Dios usados en este mundo, para que su nombre sea exaltado hasta el último rincón del mundo.  

1 comentario en “Ciudadanos del cielo”

Deja un comentario