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Un nuevo camino

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Por Irene Mariscal

Base bíblica: Rut 4.14-16

Ya se ha hablado en otros temas de esta serie, que el duelo se va procesando en diferentes etapas, se entiende que estas no necesariamente llevan un forzoso estándar, cada persona las vive de diferente manera, en distinta intensidad y tiempos… lo que si queda claro es que en algún momento del proceso se viven sentimientos de ira, miedo, regateo emocional, etc. Pero es importante decir y creer que este proceso necesita tener un cierre, donde estos sentimientos, actitudes o pensamientos que se desbordan tienen que llegar a regularse y que la vida vuelve a ser lo más estable o funcional posible; esta última etapa del proceso de duelo es la aceptación. 

En esta etapa se espera que la persona empiece a aceptar la pérdida, no necesariamente a superarla, sino a comprenderla y a entenderla como parte de la vida, ya sin tanto dolor; se reubica a la persona fallecida en una parte de nuestro corazón menos dolorosa y aprendemos a vivir con ello.

Quiero compartir con ustedes en esta ocasión una historia bíblica que nos ilustra de qué manera estos personajes que la palabra de Dios menciona vivieron este doloroso proceso y que al mismo tiempo nos deja una enseñanza significativa para todos los que hemos pasado por este desierto en algún momento de nuestra vida.

La historia de la cual les hablo está en el libro de Ruth. Aquí se relata acerca de una familia piadosa, que creía y servía a Dios, sin embargo no estuvo exenta de estos momentos dolorosos: la pérdida de un ser querido. 

La manera y el tiempo en que se logra cerrar un duelo, no tiene necesariamente un ABC, pero lo que si podemos decir es que influyen condiciones específicas que cada persona puede venir cargando y en ocasiones dicho cierre puede tender a hacerse más difícil. Según la historia que se relata Nohemí antes de esto ya venía cargando con otras situaciones.

Cuando esta etapa final del duelo empieza a llegar y la persona doliente comienza a experimentar cierta paz o descanso al respecto, es importante mencionar que en razón de esas experiencia pasadas, o duelos anteriores no resueltos, falta de recursos emocionales y/o espirituales pudiera haber un retroceso, qué quiero decir con esto, que pueden llegar pensamientos de culpa, autoreclamos, miedos consciente o inconscientemente, por ejemplo la idea o posibilidad de volver a engendrar empieza a parecer una buena idea, sin embargo el reflejo lejano de:  “y si vuelve a pasar lo mismo” es común que aparezca. En el caso de Nohemí como en muchos dolientes durante este proceso es difícil controlar los pensamientos; Nohemí se define en ese momento como alguien castigada por Dios…  no encuentra otra explicación a su condición, sino que Dios debe estar enojado con ella y la está castigando. Ella le dice a sus nueras: “no hijas mías que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí”. En el capítulo 1:19-20 continúa diciendo “y aconteció que habiendo entrado en Belen toda la ciudad se conmovió por causa de ellas: y decían ¿no es esta Nohemí?” y ella respondía, no me llaméis Nohemí, sino llamadme Mara (amarga) porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.” El verso 21 dice: yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamareis Nohemí, ya Jehová ha dado testimonio contra mí y el todo poderoso me ha afligido”. No podemos juzgar a alguien que sufre tan intensamente porque tenga de repente una actitud como esta, sin embargo si este es tu caso es necesario hacer conciencia, y buscar que estos pensamientos rumiantes no tomen el control y asirnos de las promesas fieles en Dios en su palabra para contrarrestarlos; recordar que “Jehová es mi pastor y que nada me faltará, …aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno”… David aceptaba su condición al escribir este salmo, estaba consciente que estaba transitando en ese momento por un valle de sombra de muerte, pero elegía pensar en que Dios es fiel y que esa condición iba a terminar y lo pondría en lugares delicados para descansar; cuando se está en esta etapa de aceptación, no permitas que te asalten estos pensamientos abrumadores, confía en que Dios sigue siendo el capitán de tu barco y que El tiene todo bajo control. 

Otro punto importante a resaltar es no permitirnos estar inactivos, hay que movernos, accionar. En esta etapa donde ya podemos estar un poco menos abrumados por los acontecimientos, pero no podemos cantar aun victoria, al tener ya un poco más de fuerza y ánimo necesitamos involucrarnos en diferentes actividades, ocupar nuestra mente y cuerpo. Ruth no espero a que la solución llegara a casa, ella le dijo a su suegra: “Permíteme ir al campo para recoger espigas tras aquel ante cuyos ojos yo halle gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía. Ella fue y al llegar espigó en el campo tras los segadores. Y dio la casualidad de que la parcela del campo pertenecía a Booz, que era de la familia de Elimelec. Sabemos como creyentes de Dios omnipotente que no fue casualidad que Ruth espigara precisamente en los campos de Booz, sin embargo si ella no se hubiera movido esta bendición que le estaba esperando en ese lugar no hubiese llegado.

Al final de toda tormenta siempre llegará la calma y después de una noche oscura tiene que amanecer. Tenemos un Dios justo que es galardonador de los que le buscan (Hebreos 11:6). La amargura de Nohemí y la tristeza de Ruth fueron compensadas por ese Dios galardonador. Esta historia que empezó siendo lúgubre y triste terminó en una maravillosa alabanza: “¡Alabado sea el SEÑOR, que hizo que no te faltara hoy un pariente redentor! ¡Que su nombre sea celebrado en Israel!  Él restaurará tu vida y sustentará tu vejez porque tu nuera, que te ama y te es mejor que siete hijos, lo ha dado a luz. Noemí tomó al niño, lo puso en su seno y fue su ama. Y las vecinas le dieron nombre diciendo: ¡Un hijo le ha nacido a Noemí!” Ruth 4: 14-17 

QUÉ PODEMOS HACER PARA VIVIR ESTA ETAPA SIN SOBRESALTOS Y RETROCESOS.

  • Busquen no estar solos; en el caso de Nohemí; aunque Ruth tuvo la iniciativa de quedarse con ella, sabía que el estar acompañada en estos momentos era muy bueno.
  • Identifiquen cuáles son aquellos pensamientos que tienden a incrementar tu sufrimiento en este proceso y que además no resuelven en nada tu situación, sino al contrario lo intensifican más.
  • Ubíquense en aquellas cosas que sí pueden hacer, y no incrementar la sensación de impotencia, ya que en un momento así tendemos a sentirnos completamente vulnerables.
  • Empápense de la promesas de Dios para sus vida y traten de aplicarlas de forma práctica a su día a día. ¡Refúgiense en Él!

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