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Manejo de emociones

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Por Yésica Quintero

El que tarda en airarse es grande en entendimiento…

Proverbios 14:29

El tema sobre cómo manejar nuestras emociones no es algo que platiquemos usualmente; las emociones son las reacciones que experimentamos en nuestro cuerpo cuando pensamos o pasamos por alguna situación. Generalmente podemos expresar que nos afecta en las cuestiones físicas, como por ejemplo si tenemos algún dolor o malestar, si en nuestro organismo algo no está funcionando correctamente; pero hablar, expresar o manifestar nuestras emociones nos cuesta mucho trabajo, ya que no es una actividad que hagamos comúnmente para hacer saber a los demás cómo nos sentimos, qué emociones estoy experimentando y cómo las canalizo interiormente y hacia los demás; quizá muchos no fuimos enseñados a expresarlas, a darles el valor de comunicarlas a quienes nos rodean.

El manejo de las emociones es una habilidad que nos ayuda a tener un mejor autoconocimiento y regulación de lo que sentimos, nos permite identificar, canalizar y conducirnos, de tal manera que podemos expresarnos y comunicarnos correctamente con los demás. Experimentar una emoción es inevitable (enojo, alegría, miedo, tristeza, sorpresa, etc.) por lo tanto debemos aprender cómo gestionar y manejarlas conscientemente para que no se desborden y nos traigan consecuencias negativas.

Todos en algún momento nos hemos enfrentado a situaciones o conflictos que ponen a tope nuestras emociones, y eso es normal, pero lo que debemos identificar es saber qué hacer o cómo canalizar esas emociones que estamos experimentando, el aprender a reaccionar lo mejor posible para poder hacer frente y tomar las mejores decisiones. Las circunstancias que nos tocan vivir cotidianamente nos enfrentan a reaccionar de muchas formas y provocan actitudes que pueden agradar o desagradar a Dios, esto dependerá de la elección que hagamos.

La biblia dice que los que tardan mucho en enojarse son sabios, mientras que los que se enojan fácilmente son necios. Esto se debe a que la persona sabia comprende que la ira es una pérdida de tiempo y energía, mientras que el necio se enoja por cosas que no tienen importancia. En ocasiones quizá hemos experimentado el enojo ante alguna injusticia o un proceder de alguien que provoca molestia, pero el ¿qué hacer? con esa emoción es nuestra responsabilidad, cómo manifestar nuestra inconformidad y canalizarlo para actuar correctamente, poniendo de manifiesto el fruto del Espíritu Santo que hay en nuestra vida. Gálatas 5:22-23

Debemos recordar siempre que Dios tiene el control de todo lo que nos sucede y que, sobre todo, tiene un plan para que se cumpla en cada uno de nosotros. Muchas de las circunstancias que debemos enfrentar están permitidas por Dios, para perfeccionarnos, para afirmar nuestro carácter. La reacción ante cada circunstancia o adversidad queda sometida a nuestro libre albedrío o a nuestra libertad de elección; la decisión que tomemos descubrirá y pondrá de manifiesto nuestro carácter, el manejo de emociones y actitud ante cualquier circunstancia.  De modo que cada actitud correcta en respuesta a alguna crisis o situación dará como fruto un testimonio en nuestra vida que reflejará el carácter de Cristo.

La forma en que reaccionamos o la actitud que tomamos ante una circunstancia determina en muchas ocasiones el proceder de quienes nos rodean; me llama la atención lo que nos relata Números 13:25-33, cuando los israelitas regresaron de reconocer la Tierra Prometida, los diez espías dieron un reporte con emociones de miedo y de malestar, como resultado quienes los escucharon (el pueblo) tuvieron temor; en cambio Josué y Caleb dieron un reporte con una visión espiritual, no miraban las circunstancias sino a Dios, confiaban que Dios les daría la victoria; pero nadie los escuchó porque sus emociones estaban contaminadas por el temor y la queja que había reportado los otros diez.  En muchas ocasiones el manejo inadecuado de las emociones nos genera un obstáculo para alcanzar metas y lograr objetivos.

La palabra de Dios es muy clara respecto a que hay algo muy importante que debemos hacer para que nuestra vida refleje el nuevo carácter y los hábitos cristianos, y que esto es de nuestra responsabilidad absoluta; dice Efesios 4:22-24: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

El manejo correcto de nuestras emociones tiene que mostrar un fruto que nos ayude a despojarnos del “así soy yo”, “así me enseñaron a mí”; que podamos ser tolerantes y pacientes con los demás, que nos permita mantener la calma en situaciones adversas y permitir a Dios que tome el control de la circunstancia; en medio de la ira poder aplicar lo que nos dice Proverbios 15:1 “La blanda respuesta quita la ira …”

Proverbios 14:29 nos enseña que es importante tener paciencia y no enojarse fácilmente. Esto se debe a que la ira puede hacer que tomemos malas decisiones y también puede dañar nuestras relaciones, podemos herir y lastimar a las personas que amamos y posteriormente arrepentirnos, generando en nosotros un sentimiento de culpa que nos ata para adorar a Dios, tener gozo y libertad. Es muy importante comportarnos de manera sabia y paciente porque esto nos ayuda a tener mejores relaciones con los demás y también a mantener la calma en situaciones difíciles.

Tener un manejo correcto de nuestras emociones no es tarea fácil, ni algo que podemos lograr de la noche a la mañana, debemos aprender a conocernos e identificar como nos sentimos, y no ocultar o reprimir esas emociones, sino gestionarlas y canalizarlas para que fluyan de una manera adecuada.  Debemos practicar constante y permanentemente hábitos espirituales como la oración, lectura de la palabra, que nos ayuden a fortalecer nuestra vida como hijos de Dios; también de ser necesario debemos buscar ayuda con profesionales, consejeros espirituales y lideres idóneos que nos den acompañamiento y lo más importante, con la ayuda de Dios todo es posible. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

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