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Preparando un matrimonio fuerte

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Por Pastor Edgar Mendoza

Iniciemos haciendo la siguiente declaración: ¡Matrimonios felices no necesariamente son matrimonios fuertes, sin embargo matrimonios fuertes siempre son matrimonios felices! 

Privilegiemos fuerte y saludable por encima de feliz. Puede sonar extraño, pero la vivencia de acompañar matrimonios bajo la guianza del Espíritu de Dios, ha puesto en nuestros corazones esto, que es mejor tener un matrimonio fuerte y saludable. 

1. Que tu cónyuge sea el número dos en tu vida 

Dios tiene que ser el numero uno, tu relación con Dios es más importante que tu relación con tu cónyuge. Sé bien que esto es totalmente anticultura, pero es correcto bíblicamente. Si tu relación con Dios es buena entonces tu relación con tu cónyuge será buena. No solo hablamos de ayuno y oración, también de que vivan bíblicamente de acuerdo al rol que Dios les ha dado a cada uno. Tristemente hemos visto personas con un ministerio exitoso pero que no trata a su cónyuge con honra o no como la palabra de Dios lo demanda. Muchos corren a la iglesia y hacen las cosas que Dios les llamó a hacer; sí, está bien, pero hay un detalle, lo bíblico es que debemos ser como Cristo que amó a la iglesia y estuvo dispuesto a sacrificarse por ella, eso es lo bíblico. 

Que Dios sea el número uno en tu vida no significa que puedes dar la espalda a tu cónyuge o familia, no puedes hacer eso. Si Dios es el número uno vivirás una vida consagrada y a la misma vez una vida de matrimonio y familia desde la perspectiva bíblica donde los cuidas, amas y te sacrificas por ellos entregándote siempre. No estar alineados a Dios ha hecho de muchos gente que hace descender fuego pero que dejan de lado a su cónyuge, no le honran ni respetan, no aman con entrega. Debemos entonces estar conectados con Dios y su palabra mientras honramos, cuidamos y amamos a nuestro cónyuge y la familia. Dios nunca te guiará a abandonar a tu cónyuge o tratarlo indignamente, esa no es la voluntad de Dios. Si Dios no es el número uno en tu vida todo se derrumbará. Asegúrate que Dios sea el número uno en tu vida. 

2. Que tu matrimonio sirva a Dios 

Al casarse se forma un equipo y con ese equipo está Dios. Si eso es así, entonces se cumple Deuteronomio 32:30 que si Dios está peleando por ustedes “uno hace huir a mil y dos hacen huir a diez mil”. Cuando se unen en santo matrimonio se genera este equipo y juntos deben servir a Dios. Antes ya servían a Dios individualmente con fuerza y fidelidad, descubran qué tan poderosos se vuelven ambos unidos como equipo. Pueden ahora servir en su iglesia local de manera más fuerte y efectiva que antes. Es posible no trabajen en el mismo ministerio, pero sí pueden trabajar al mismo tiempo dándolo todo, esforzándose juntos y llegando ambos a tiempo para servir. 

Esto nosotros lo vivimos, trabajábamos con todo el corazón y nos entregamos al llamado que Dios nos hizo, corríamos con los niños a todos lados, cargábamos mochilas y muchas cosas más. A 19 años todo ha cambiado, seguimos corriendo pero no lo hacemos solos, hoy vemos a nuestros hijos correr por ellos mismos en querer servir, con tiempo están preocupados por llegar a la casa de Dios y ejercer sus ministerios, que todo esté listo y preparado. Ahora no tiene precio el verlos amar a Dios y la iglesia. Iniciamos solos corriendo y sirviendo Nenita y yo, nuestro equipo, pero cuando llegó el tiempo, nuestros hijos comenzaron a correr junto a nosotros a servir. 

Si ustedes como equipo, con más fuerza y potencial pues se han unido, disponen su matrimonio y sirven a Dios, pronto su equipo será mayor y más fuerte, sus hijos los seguirán, correrán con pasión junto a ustedes por adorar y servir a Dios y su pueblo. 

3. Comunica lo que esperas 

Me refiero a cosas importantes y las que quizá te parezcan insignificantes. Por ejemplo, al despertar la mayoría de las mujeres al irse levantando, mientras se están bajando de la cama van tendiéndola al mismo tiempo y el lado del hombre regularmente queda amontonado. Eso requiere comunicación ”si lo haces me ayudas y facilitas las cosas”, así él lo sabrá y dirá “excelente”. Eso hará a muchas mujeres felices, el detalle es si no lo comunican. Sé bien que pudo sonar cómico, pero más allá de eso hay cosas profundas y serias que pueden traer problemas si no hay comunicación. Por ejemplo el tono de voz, el otro puede creer que estás enojado o molesto y sin comunicación pueden lastimarse pues pensará que le estás ofendiendo o gritando. Comunicar sería decir “cuando hablas así no recibo las cosas tan bien como quizá tú las estabas queriendo decir”. Con otro tono de voz seguro se recibiría mejor el mensaje. 

La comunicación debe ser completa, respecto a cosas que los alegran pero también de cosas que no los alegran en lo absoluto. Como ustedes se aman, comunicarse hará que se esfuercen porque el otro se sienta bien. La comunicación es completa si la haces en el tiempo correcto, el tiempo y el momento son vitales. Por ejemplo no hablen del mal carácter de alguno cuando van de camino a la cena de aniversario, escojan el mejor momento para ello. Comuníquense siempre procurando bendecir a su cónyuge.

4. Nunca pelees para ganar 

Va a haber desacuerdos, discusiones, argumentos, etc., todo matrimonio los tiene, al llegar a esos momentos prepárate de esta manera: nunca pelees para ganar. Por la mente de todo esposo y esposa pasa el pensamiento de ganar la discusión. El problema es que sí, ganaste la pelea pero a qué precio, ella o él acabaron heridos. Cuando un matrimonio pelea para ganar, la única razón por la que una pelea o discusión termina es porque se acaba de percatar que hirió al otro, esa fue la razón de parar, no solucionaron nada, no avanzaron, nada creció. Sí, ganaste pero el matrimonio perdió. Cuando alguien pelea para ganar lo único que sucede es que su ego gana y su matrimonio pierde, tu cónyuge pierde, el matrimonio pierde con esa actitud. 

Las palabras en la boca de un esposo y una esposa son como balas en una pistola, si salen ya no podrás detenerla, si vas a ese pelea queriendo ganar terminarás hiriendo. 

Es mejor parar, detenerse, pidan tiempo fuera antes que herir a la mujer que amas o al hombre que amas. Que tu matrimonio gane, el ego te empujará a querer tener la razón y hay ocasiones en que tendrás la razón pero corres el riesgo de arruinar el matrimonio, por eso quizá es mejor esperar al mejor momento para retomar la plática y solucionar todo. Considero que hay ocasiones que tienes la razón pero no vale la pena levantarse como el gran ganador de esa discusión, no lo vale, tu matrimonio lo vale todo, ganar una discusión o situación no lo vale. Si dejas ir será mejor y de más bendición ya que después con pensamientos fríos dirás: ”que bárbaro, ni era tan importante eso”. Muchas veces es más gratificante dejar ir las cosas que tener la última y triunfadora palabra. Nada vale más que tu matrimonio. 

Conclusión 

Todo mundo busca felicidad, de hecho, llegan al altar buscando eso mismo, felicidad. Es innegable que eso es un serio error ya que muchas veces vemos matrimonios “felices”, hay fotos en Facebook o Instagram donde ellos están sonriendo y se puede decir que están “felices”, no obstante la sonrisa pronto desaparece ante las circunstancias que vienen pues no es un matrimonio fuerte y saludable. Algunos van a una cena de lujo, pasan horas “alegres” o “felices”, pero al termino, cuando regresan a casa allá esta la realidad, es allí que descubren que esa “felicidad” pasa pronto. Su “felicidad” es afectada y por tanto cambiada en un instante pues las temporadas y situaciones cambian ese estado. Al tener un matrimonio fuerte y saludable, aún en medio de tiempos duros o difíciles y donde no necesariamente son tiempos “felices”, éste puede sostenerse en pie en medio de cualquier circunstancia. 

¡Matrimonios felices no necesariamente son matrimonios fuertes, sin embargo matrimonios fuertes siempre son matrimonios felices!

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