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Finanzas

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Por: Elena Díaz Canett

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

Efesios 3: 14-16.

Finanzas, tema difícil de tocar. Empezamos con una pregunta: ¿Qué es lo primero que se viene a la mente cuando escuchas la palabra finanzas? Dinero, administración, ahorro, dolor de cabeza, etc. Para unos puede representar alegría, confianza o esperanza y para otros angustia, tristeza o cuentas. Ciertamente no a todos nos gusta hablar de dinero; pero primero lo primero, cuentas claras amistades y matrimonios largos y felices. 

La Biblia nos dice “la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1Timoteo 6:10. Si ponemos toda nuestra atención sobre el dinero, nos vamos a desviar y será muy difícil regresar al buen camino o a poner nuestra confianza en Dios el dueño del dinero. 

Lamentablemente nuestra sociedad se rige por lo que tienes, más que por lo que eres, y si nos basamos en ese principio siempre seremos opacados por intereses vanos y sin sentido.

Lo que Dios nos da a través del dinero es sostenibilidad, Dios nos habla de la riqueza y de su uso. Y nos aclara cómo debemos gastar y en que debemos invertir nuestro dinero. Si somos sabios invertiremos y sabremos sacar ganancia, pero si somos necios solo ganaremos más deudas e incluso persecución.

La administración correcta de las Finanzas, deberá empezar por una lista de prioridades y metas que se quieren lograr a corto, mediano y largo plazo como pareja. Si es así tomaremos en cuenta los siguiente:

  1. Los expertos recomiendan manejar una cuenta de ahorros o inversión en pareja, para lograr un bien común, ejemplo: una casa, vacaciones, estudios escolares, gastos médicos, un mejor carro, etc. Los intereses pueden ser muchos y cada matrimonio tiene sus prioridades, cada miembro de la pareja tiene las suyas también, las cuales deben ser realistas y de acuerdo a los ingresos.
  2. Acuerdos mutuos. La comunicación forma parte importante en este tema. No podemos gastar más de lo ganado, evitemos las deudas o los préstamos de los cuales al final del día no podremos pagar. Sin conciencia ni responsabilidad solamente serán una solución momentánea.
  3. No discutamos de dinero o hagamos un inventario de qué tenemos o no antes de ir a dormir, cuando estemos molestos o cuando tengamos una situación familiar urgente que atender. Tomemos nuestro tiempo para planear y hacer cuentas basados en la lista de prioridades. Si es posible salgamos a una cita con la mente despejada y ahí hablemos sin interrupciones y tratemos este tema.
  4. Invirtamos en felicidad para nuestra familia. Hace tiempo una amiga me comentó que su esposo la sorprendió con un viaje de aniversario, y la respuesta de ella fue: “¿y la cocina? Prometiste arreglar los gabinetes de la cocina, y la remodelación del cuarto, yo no quiero un viaje cuando hay cosas en casa que arreglar”. Yo simplemente pensé, bueno tendrá una bonita cocina, pero tal vez su esposo no estará para tomar un buen café en esa cocina. 

Como cristianos, debemos saber que nuestras quejas son contra Dios. En el desierto, la norma del pueblo de Israel fue de constante queja, murmuración y reclamos. En Éxodo 16:8, Moisés le hace ver al pueblo, “…Jehová ha oído vuestras murmuraciones contra él… Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová”. La murmuración en ellos ayer y en nosotros hoy, se debe a nuestra falta de contentamiento; cuando caemos en el error de estar comparándonos con lo que tienen los demás. Muchas veces estamos obstinados en tener lo que tienen otros y no disfrutamos lo que sí tenemos. Nos quejamos contra Dios por nuestra falta de satisfacción y gratitud por lo que Dios nos ha provisto. Israel cada mañana disfrutaba de la provisión milagrosa de Dios enviando maná del cielo y no lo agradecieron, querían más, más y más sin darse cuenta de ese maravilloso milagro a diario. 

Debemos aprender a estar contentos (Fil. 4:11-12). Pablo nos dice “No lo digo porque tengo escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera sea mi situación”.  Así que te invito a entrar en esa experiencia de estar contentos, en este aprendizaje y confiar plenamente en que Dios suplirá conforme a sus riquezas en gloria. 

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