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Expectativas familiares

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Por Pastor Asunción González

Constantemente vemos libros o escuchamos sermones con títulos como: “Creados para reinar”, “El rey que hay en ti”, “Dios te llamó para ser triunfador”, etcétera; sin embargo la Biblia nos enseña  que el verdadero éxito de la vida se encuentra en hacer la voluntad de Dios y no nuestra voluntad, pero muchas veces pasamos por alto lo que dice la Biblia porque estamos acostumbrados a poner nuestra mirada en un objetivo: sobresalir por encima de los demás. El mundo nos ha hecho pensar que ser bendecidos tiene que ver con empeñarnos en ser “grandes” hombres o mujeres con mucho reconocimiento o triunfo individual.

Los padres por naturaleza se esmeran para que sus hijos sean personas que sobresalgan de los demás. Buscan con ahínco que sus hijos sean los mejores en la clase, los mejores en la escuela de música, en el deporte que practica, etc. esta “buena” intención pudiera estar creando en su hijo un espíritu competitivo que no le permita sentirse satisfecho con lo que verdaderamente Dios quiere que sea. Hemos visto padres desesperados por querer que sus hijos sigan sus pasos y terminan haciendo cosas que a la postre pueden dañar a la familia, a los hijos o a las personas que nos rodean.

El ejemplo de Cristo

Los grandes hombres de la historia y los que hoy tienen reconocimiento a nivel mundial nos inspiran a querer que nuestros hijos se esfuercen para alcanzar grandes logros y sean de alguna manera ¿porque no decirlo?, los mejores y los más sobresalientes. Es importante reconocer que no siempre sé es el estelar o el protagonista. En otras palabras, hay que preparar a los hijos para ser excelentes en todo lo que hacen, pero también hay que concientizarlos que no siempre serán el centro de antención o los que tengan todos los méritos, la Biblia nos enseña en Filipenses 2:5-7 (PDT): “Piensen y actúen como Jesucristo. Esa es la «misma manera de pensar» que les estoy pidiendo que tengan.Él era como Dios en todo sentido, pero no se aprovechó de ser igual a Dios. Al contrario, él se quitó ese honor, aceptó hacerse un siervo y nacer como un ser humano”. Cuando enseñamos a nuestros hijos la bendición de ser parte de un todo y que como parte de un todo también somos importantes, les estamos preparando para enfrentar con sabiduría los retos que la vida tiene preparados pare ellos.

Cuidado con centrar tu atención en un solo hijo

La biblia nos enseña los peligros que hay cuando una familia centra toda su atención hacia un solo miembro de la familia, vemos el caso de José y sus hermanos, sus hermanos no lo querían, en parte porque Jacob su padre tenía preferencia por José. Hoy por hoy tenemos familias que celebran con demasía el logro de uno de los hijos más que el de otro, pudiera ser que esto se haga inconscientemente, sin embargo, cuando la atención se centra en un solo hijo por el simple hecho de destacar en alguna área más que otro miembro de la familia, se podría estar creando un ego que hace que ese miembro de la familia piense que todos le deben pleitesía. Y qué decir de los demás hijos que ven que a ellos no se les celebran sus logros de la misma manera, que no se les considera igual de inteligentes porque no se desempeñan igual, la tendencia es que habrá rivalidad en los miembros de la familia.

El modelo de Dios  1 Juan 2:15-17

Hoy a través de las redes podemos conocer culturas, lugares, modas y tendencias de personajes que destacan en el mundo de las redes sociales, los llamados “blogueros” y los que realizan contenido en las diferentes plataformas digitales. Estos personajes rompen muchas veces con estereotipos o con normas morales con el fin de obtener popularidad o ser reconocidos, pueden hacer uso de un vocabulario diferente o de hacer contenido basura que de alguna manera influyen en la forma de pensar y actuar tanto de adolescentes como de adultos, hay quienes dejándose llevar por la corriente de este mundo ponen su mirada en las cosas pasajeras de este mundo. Esto hace que para los padres de familia sea más difícil cada día diferenciar entre lo que realmente importa para sus hijos y lo que no, ya que les parece interesante que sus hijos puedan también ser “reconocidos”.

 En la iglesia pasa algo similar a lo que sucede en el mundo de las redes sociales, los padres motivados por el deseo que sus hijos sean reconocidos y que brillen más que los demás, se abren camino tratando de asegurar un lugar de privilegio para sus hijos dentro de la iglesia, puede suceder que haya padres que abusando de su cargo eclesial, acomoden a sus hijos en los lugares de privilegio por encima de los que llevan tiempo esperando una oportunidad, sin importar como estén los que los rodean, sin importar el valor que todos tenemos delante de Dios. La Biblia nos enseña que delante de Dios todos somos iguales y que la recompensa viene de Él. 

Todos somos importantes

Dios diseñó a la iglesia para trabajar en equipo y para que la gloria de todo lo que hacemos sea siempre de Dios y no nuestra. No se trata de que una persona ascienda a la cima y controle, sino más bien se trata de que todos apreciemos el valor que cada integrante de la familia tiene delante de Dios. Tanto la iglesia como la familia tienen un objetivo en común y todos sus miembros deben sobreponerse a las preferencias personales y trabajar juntos para alcanzar la meta. La Biblia nos enseña lo importante de trabajar en equipo y lo importante de poder asistir a otros en la realización de sus proyectos. Encontramos el ejemplo de Miriam la hermana de Moisés que aparentemente no fue muy reconocida en la Biblia, pero su participación en la vida de su hermano Moisés dio lugar a una de las más grandes historias de la Palabra de Dios.

Conclusión

El apóstol Pablo les dice a los efesios que somos hechura de Dios, pero es interesante saber que la palabra griega que se traduce como “hechura” es poíema esta palabra griega significa “aquello que ha sido hecho una obra de artesanía” o “algo compuesto como un poema”. El Dios que creó el universo hizo al hombre y la mujer un poema suyo. Todos somos completamente diferentes y únicos para él. Por eso no debemos estar tan preocupados por las cosas que queremos conseguir, por el éxito o el poder que hay en nuestras manos, sino más bien saber que somos amados por el autor del universo, Dios mismo; no necesitamos demostrar nada para saber cuan importantes somos para Dios. Sencillamente podemos decir: “somos un poema de Dios”.

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