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Grandes sueños

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Milca Valero

Cada uno de ustedes ha recibido de Dios alguna capacidad especial. Úsela bien en el servicio a los demás.

1 Pedro 4.10 TLA

Esta es una hermosa afirmación que el apóstol Pedro comparte en su carta, me lleva a preguntar: ¿Qué tipo de situaciones veía Pedro en las personas y en las familias de ese momento de la historia? ¿Será que Pedro veía a personas que no sabían qué hacer con su vida? ¿Gente batallando en encontrar a qué oficio dedicarse o qué profesión elegir? ¿O será que veía padres imponiendo sus propios deseos sobre sus hijos y decidiendo por ellos el oficio al que se dedicarían? No lo sabemos a ciencia cierta, pero lo que sí sabemos es que hay situaciones que en la sociedad se repiten de generación en generación. Aunque haya llegado la revolución industrial y aunque en la actualidad la revolución de la tecnología esté en su auge, podemos ver situaciones similares en la historia como esta, padres decidiendo sobre la vida de los hijos, o hijos que no tienen rumbo y se sienten perdidos en medio de una inmensa cantidad de opciones de trabajos, oficios o profesiones; sin saber hacia dónde ir.

En ocasiones vemos padres eligiendo por sus hijos. En lugar de tener la paciencia para preparar a sus hijos con las herramientas para la vida, prefieren decirles lo que deben hacer, qué deben ponerse, cómo deben actuar, qué deben decir. El hijo ya tiene treinta años, pero aún depende de mamá y papá en áreas importantes de la vida.

Vemos padres decidiendo o influyendo en gran manera en sus hijos en la decisión de qué carrera estudiar, o hasta con quién casarse. Hay una gran diferencia entre aconsejar y acompañar a los hijos en sus decisiones, y decidir por ellos o imponer ideas propias que los lleven a decidir de acuerdo con lo que los padres consideran la mejor opción.

En lugar de decidir por los hijos, sería mejor dotarlos de herramientas para la vida que les ayuden a tomar decisiones y resolver situaciones complicadas. Y creo que la manera de dar esas herramientas para la vida a sus hijos es por medio del ejemplo. Lo que más huella deja en nuestras vidas es mirar a los padres buscar la guianza y sabiduría de Dios para tomar decisiones y para avanzar en la vida. Hoy, a mis treinta y nueve años de vida tengo muy presente el ejemplo de mis padres. Su amor hacia Dios y el prójimo. Pero también les agradezco que han permitido que mis hermanos y yo vayamos decidiendo sobre nuestra vida, si estudiamos o no, si nos casamos o no, pero siempre aconsejándonos que honremos a Dios con todo lo que hagamos (Ejemplo de los últimos años de vida de mi madre). 

Uno de tantos defectos de los seres humanos es creer que poseemos algo y actuar en base a eso. Si alguien se casa, cree poseer a su pareja. Si tienen bienes materiales, creen poseerlos. Si tienen hijos, creen que los poseen y tienen el derecho de decidir sobre sus vidas. Solo basta mirar cuántas cosas o a quiénes tenemos la opción de llevarnos al morir para darnos cuenta de que nada nos pertenece, ni siquiera nuestro cuerpo. Todo lo que llegamos a tener es para ser administrado, y los hijos son para ser guiados. ¿Guiados hacia dónde? Hacia el conocimiento y relación personal con Dios y hacia el propósito que Dios ya ha puesto en cada uno de los seres humanos. 

El Salmo 127:3 dice que los hijos son como flechas en mano del guerrero. Si comparamos una batalla donde este guerrero se encuentra, con la sociedad en la que vivimos, podríamos ver que cada uno de nosotros podemos llegar a influir en los cambios importantes para bien de nuestra sociedad, únicamente si hemos sido preparados y lanzados por otros (nuestros padres) que han podido ver el potencial, las habilidades, los dones y virtudes con los que Dios nos ha dotado, y nos motivan, aconsejan y acompañan en nuestra preparación, crecimiento, aplicación y desarrollo de ese potencial que ya Dios puso en cada uno de nosotros. Así como el guerrero sabe que las flechas que tiene las debe sacar y disparar en la batalla, así a los padres les toca dejar ir a los hijos sabiendo que hicieron todo lo que estaba a su alcance para darles las herramientas para que triunfen y lleguen lejos, hasta el objetivo trazado por Dios para ellos.

Si no tienes hijos biológicos, busca hijos espirituales para quien puedas ser de bendición, y si ya eres padre, pregúntate y analiza si estás tratando de imponer tus propios sueños y metas en tus hijos, o si los estas guiando para que alcancen sus propios sueños, pero sobre todo, los sueños y propósitos de Dios para ellos.

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