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Dios, el arquitecto

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Por Ramón Bojórquez

Para poder desarrollar y profundizar en el tema entendamos que un Plano en la geometría es un objeto con puntos y rectas especificas con un inicio y fin. En el transcurso de la historia bíblica Dios especifica constantemente medidas para la creación de muchas cosas como la construcción de un arca, donde le indica a Noé de una manera tan precisa de manera que resistió un diluvio el cual inundó a todo el mundo. Otro caso es el templo que construyó Salomón para sustituir el Tabernáculo, mismo que fue especificado por Dios a David. Hasta nuestra vida está detallada y planeada por Dios, la cual tiene un inicio por medio de un soplo de vida como indica Genesis 2:7; una línea trazada la cual solo Dios sabe su dimensión exacta y un fin celestial eterno como promesa que Él nos da en 1 Juan 2:25. 

Los invito a reflexionar en la base bíblica seleccionada perfectamente para este tema, la cual se encuentra en el libro de Salmo 127:1 que dice lo siguiente: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.”  

Iniciemos por donde empiezan las cosas que son grandes y bien hechas: las bases o dicho en otras palabras, la cimentación; una casa con cimientos fuertes podrá resistir sin problema sismos, deslizamientos de tierra, lluvias intensas, vientos y grandes cantidades de peso, por eso, una familia que construye sus cimientos sobre la roca que es Cristo Jesús difícilmente podrá caer, destruirse o fracturarse antes los ataques y embestidas del enemigo que busca constantemente destruir. Es ahí la importancia de contar con hábitos espirituales en nuestras familias, en lo íntimo, donde nadie nos ve y la constancia empezará a hacer su trabajo; por ejemplo, orar en un momento del día toda la familia unida para exponerle a Dios nuestras necesidades y disponer de ese momento tan especial para agradecerle sus bondades y misericordias hacia con nosotros; ayunos programados entre los integrantes de la familia donde cada integrante tenga un día señalado. Otra medida podría ser el crear un espacio físico en nuestra casa que pueda fungir como altar familiar, dedicado a Dios, el arquitecto y creador de todas las cosas. El día que dispongamos nuestro corazón, espacio, tiempo y familia a Dios nuestros cimientos se verán fortalecidos en gran medida. Ahora, lanzo una pregunta retórica: ¿acaso Dios el Arquitecto de todo no sabe las necesidades que tenemos en nuestro hogar?

Los invito a pensar cuando el momento difícil haya pasado, la cimentación está hecha, profunda y sólida, los cambios en los hábitos espirituales en nuestra familia marchan conforme a lo planeado y es el momento de dejar de ver un piso con cimentaciones enterradas por una edificación alta y majestuosa donde empezamos a ver cómo el hijo rebelde empieza a sujetarse, el esposo es más tolerante y amoroso, la esposa sonriente y en medio de nuestro hogar reina la luz, el ritmo, la simetría y toda característica de lo bello se ve reflejado en nuestro diario vivir, porque Dios el Arquitecto se ha encargado de nuestro hogar, ha tomado el control de nuestras necesidades y ha hecho de un hogar a la medida perfecta donde El pueda habitar.

Hermanos, los invito de nuevo a reflexionar en la palabra “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; ¿acaso un hogar sin Dios reina la dicha y felicidad? La respuesta es contundente, es un no. Nos podremos esforzar en vanidades de este mundo como salir de viaje constantemente, entregarle flores todos los días a nuestra pareja, comprar todo tipo de caprichos, pero nada de esto suple el verdadero amor de Dios como dice Romanos 5:5 (NVI): “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”. 

Los invito a que edifiquen su hogar sobre la roca, formando cimientos fuertes por medio de hábitos espirituales que fomenten estructuras sólidas para que Dios como creador de todas las cosas edifique la casa perfecta donde habite y reine su presencia.

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