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Convicciones y hábitos, los cimientos

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Por Jacob Lozano

Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud. Salmo 127.4 

La familia ocupa un lugar central en el plan de Dios y es el pilar fundamental de sociedades sólidas. Cada individuo dentro de la familia debe experimentar y aprender el amor, especialmente en el contexto de un hogar cristiano. El hogar cristiano debe ser un santuario para cada niño, proporcionándole orientación, apoyo, amor y, sobre todo, una educación basada en los principios bíblicos. 

En un mundo lleno de desafíos, es crucial que nuestros hijos desarrollen convicciones cristianas y hábitos espirituales sólidos que les permitan enfrentar las influencias negativas del mundo. La familia es la mejor defensa en este mundo lleno de contradicciones. Además, nuestros hijos son el vehículo a través del cual una familia cristiana puede impactar y transformar el mundo para mejor. Es vital que las nuevas generaciones estén equipadas para ser agentes de cambio positivo en la sociedad. 

Desarrollo

  1. La Familia Cristiana, Un propósito divino.
    Cuál es el propósito
    El primer mandamiento que Dios entregó a Adán y Eva estaba estrechamente relacionado con su potencial como esposo y esposa para ser padres. En Génesis 1:28, Dios les ordenó: «Fructificad y multiplicaos; y henchid la tierra». Este mandamiento divino de multiplicarse y poblar la tierra sigue siendo válido en la actualidad, con el propósito de formar familias que amen y obedezcan a Dios.
    La responsabilidad de procrear Hijos
    El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse mutuamente, así como a sus hijos. Como se menciona en el Salmo 127:3, «Herencia de Jehová son los hijos». Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, proporcionando para sus necesidades físicas y espirituales. Es responsabilidad de los padres enseñarles a amarse y servirse mutuamente, a obedecer los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley en cualquier lugar donde vivan. Los esposos y las esposas serán responsables ante Dios por el cumplimiento de estas obligaciones hasta la edad adulta.
  2. Cimientos en la Familia Cristiana
  • Convicciones y hábitos
    Las familias que logran tener éxito en este mundo se basan en principios bíblicos y doctrinales sólidos, como la fe en Jesucristo, el reconocimiento de nuestros pecados y el arrepentimiento, y el esfuerzo por vivir en santidad. Además, cultivan hábitos saludables como la oración, la lectura y el estudio de la Palabra de Dios, el perdón, el respeto, el amor, la compasión, el trabajo y actividades recreativas edificantes.
    Como ya se mencionó en episodios anteriores, Dios asignó roles específicos dentro de la familia: el padre preside con amor y rectitud, siendo responsable de proveer y proteger a su familia, mientras que la madre se encarga principalmente del cuidado de los hijos. En estas responsabilidades sagradas, el padre y la madre, como compañeros iguales, deben apoyarse mutuamente. El objetivo de inculcar convicciones y buenos hábitos a nuestros hijos es que crezcan como individuos íntegros, arraigados en la fe y en los valores cristianos, capaces de enfrentar los desafíos del mundo con fortaleza y sabiduría. Educamos a nuestros hijos con la meta de que puedan ser como saetas que alcanzan el blanco, impactando positivamente las vidas de otros y llevando la luz del evangelio a quienes les rodean. Aspiramos a que sean salvos y puedan influir en el mundo para el bien, tocando las vidas de otros con amor y compasión. 
  • La Educación de los hijos
    Los hijos, comparados con saetas, deben ser protegidos en la aljaba hasta que estén preparados para ser lanzados al mundo. Pero para que una saeta sea efectiva, primero debe ser tallada con esmero. Se toma un trozo de rama y con cuidado y esfuerzo se transforma en una flecha, una herramienta con un propósito definido. Es crucial entender que educar profesionalmente a nuestros hijos es importante, pero aún más crucial es formarlos en los valores eternos del Reino de Dios, ya que solo así podrán alcanzar su plenitud.
    Los padres tienen la responsabilidad de enseñar e inculcar a sus hijos una variedad de cosas, como buenos hábitos espirituales, la renuncia a las pasiones carnales, la dependencia de Dios, valores morales sólidos, una ética correcta, la disposición a servir, la administración prudente del dinero, habilidades para relaciones interpersonales, modales apropiados, curiosidad intelectual, y todo esto debe ser enseñado a través del ejemplo.
    Para lograr todo esto, es vital crear un ambiente edificante en el hogar donde los hijos puedan desarrollarse como individuos independientes y útiles en el mundo cuando llegue el momento adecuado para que emprendan su propio camino. 
  • Motivar a los hijos en su vida cristiana
    Lanzar una flecha y acertar en el blanco requiere una gran habilidad. No es una tarea fácil, ya que se necesita precisión y fuerza. Doblar correctamente el arco y lanzar la flecha con la fuerza adecuada para que llegue lo más lejos posible. Este acto nos enseña sobre el arduo esfuerzo y cuidado que debemos dedicar para impulsar y motivar a nuestros hijos por el camino correcto.
    Como padres responsables, es fundamental mostrar e inculcar actitudes positivas en nuestros hijos. Esto incluye creer en uno mismo, enfocarse en lo positivo, buscar oportunidades de mejora en todo momento, ser generosos, concentrarse en las soluciones en lugar de los problemas y mantenerse firmes hasta alcanzar los objetivos. Además, es crucial asumir la responsabilidad de nuestras decisiones de vida y transmitir este valor a nuestros hijos.
    Reconocemos que motivar de manera correcta y saludable a nuestros hijos es una tarea desafiante. Por ello, no debemos dudar en buscar la ayuda oportuna en la gracia de Dios. Como dice Hebreos 4:16, «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro». Confiamos en que Dios nos brindará la sabiduría y la fuerza necesarias para guiar a nuestros hijos por el camino correcto. 

El éxito y la verdadera felicidad en la vida familiar solo se alcanzan cuando nos basamos en las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. Es en sus principios y valores donde encontramos la guía para construir relaciones familiares sólidas y armoniosas.
Desde otra perspectiva, los hijos tienen el potencial de alcanzar metas aún más grandes que las de sus padres. Son como aves que pueden volar más alto y explorar nuevos horizontes. Es importante recordar que los hijos llevarán consigo los valores y enseñanzas recibidos de sus padres, influenciando así a futuras generaciones y a otros círculos sociales. No hay mayor alegría para unos padres que ver a sus hijos superar sus logros y alcanzar sus propios sueños y metas. El verdadero premio para los padres es sentir la satisfacción de haber cumplido su propósito al edificar una familia sólida y respetable, que sirva como un faro de luz en el Reino de Dios. 

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