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Los hijos, la ampliación

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Por Aleida Morales

He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. Salmo 127.3

En la analogía bíblica, Dios es el diseñador indispensable del hogar para que la familia tenga éxito o sea firmemente fundada. Los padres, son los constructores del hogar, sus enseñanzas levantan cimientos y paredes que dan formación a quienes componen la familia. En el libro de Génesis, leemos que Dios instruyó a Adán y Eva multiplicarse. Hemos comentado que no solo se refiere a crecer en número, sino que indefectiblemente, las convicciones y creencias que los padres modelan van a ser imitados por los hijos.

Los estudiosos de la conducta humana lo llaman patrones de conducta, pueden ser modificados cuando la persona los identifica y decide cambiarlos. La mayor parte de estos patrones los practicamos inconscientemente logrando así, multiplicar quienes somos.

El matrimonio es una fusión de dos familias, dos paquetes de patrones de conducta se fusionan y la pareja va decidiendo consciente o inconscientemente qué conservará de cada uno. Estas convicciones, hábitos, costumbres se verán reflejados en la extensión de esta construcción de vida, los hijos.

Esta es una gran oportunidad de trascender más allá de nuestra vida, de impactar a una sociedad o al menos al entorno inmediato, de ser un factor de cambio y todo ello, a través de los hijos, la ampliación de la construcción de vida que Dios nos permite construir.

No es que los hijos sean el un objeto a manipular en las manos y hacer con ellos lo que mejor queramos, es mucho más complicado, mucho más visionario, mucho más divino. 

La ampliación es complicada porque cada hijo es diseñado por Dios con un carácter propio, un propósito particular, sueños y anhelos personales. Transmitir la fe y los valores es un trabajo que lleva una larga etapa de crianza y una reafirmación para toda la vida. Conlleva las decisiones propias de los hijos y los enfrentamientos que experimenten en su propia vida.

La ampliación es visionario porque no se limita a un plan a corto plazo ni conlleva un impacto inmediato. La oportunidad que Dios nos ofrece en las manos apunta a la eternidad, aunque hay satisfacciones y logros casi instantáneos, los más significativo se construyen poco a poco, día a día, año tras año, etapa tras etapa. Y debe trazarse un objetivo, no levantar o tumbar paredes porque sí, debe observarse continuamente qué funciona, qué debe mejorar, qué debe cambiar por completo. 

La ampliación es divina porque necesitamos indispensablemente la guianza y la intervención de Dios. Los padres tenemos un límite humano. Dios no los tiene. Los padres llegamos hasta cierto grado de consciencia e influencia. Dios penetra en los pensamientos (Hebreos 4.12) y convierte el alma (Salmo 19.7). 

Todos y cada uno de los hijos son una bendición que Dios concede a los padres. No hay excepción. Aunque hay hijos que con su comportamiento pueden robarnos el sueño, partirnos el alma, provocar las emociones más difíciles que podamos experimentar, Dios ha prometido que el fruto de nuestro vientre será bendecido: “Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre…” Deuteronomio 7.12-13. Hay una condición, hay una acción de nuestra parte que requiere ser atendida. Tenemos un Dios poderoso para recurrir a Él y pedirle como hicieron en la antigüedad otros padres (1 Crónicas 29.19, Job 1.5).

Dios estableció la estructura familiar y no se equivocó en diseñarla de tal manera que funcione. Dios se dispone a sus hijos para que este diseño no falle, asigna a los padres su rol y trazó la naturaleza de hombre y mujer para que, en la etapa de crianza, sean cimentados en valores y convicciones que definirán la vida que estarán construyendo cuando tomen su propio rumbo. 

Te pregunto, ¿qué parte de tu vida quieres extender?, ¿qué valores, convicciones y costumbres estás levantando de modo que tus hijos ya las están imitando?, ¿qué acciones necesitas derrumbar para construir un hábito nuevo? 

Es tu tiempo de ser padre, de ser madre, es tu tiempo de ampliar lo que crees y parte de lo que eres a través de tus hijos, ellos son tu ampliación. Es tu tiempo de hacer un alto y remodelar aquello que no está construyéndose para bendición tuya o la de los tuyos. Te invito a tomar esa responsabilidad en las manos y hacer la mejor construcción que  hayas soñado. No vas solo, el arquitecto tiene los planos, deja que te dirija.

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